El significado del códice prehispánico que se robó de Francia para México

El Universal
07/01/202020:23:57

Fue el centro de una batalla diplomática en 1982, cuando un abogado lo sustrajo de Francia para llevarlo de vuelta a México. Era un calendario que se consultaba en todo tipo de ocasiones, para "equilibrar el destino"

El códice está resguardado en una bóveda en México, pero se han hecho copias facsímiles para darse a conocer.

El códice Tonalámatl de Aubin fue la causa de una batalla diplomática entre México y Francia hace más de tres décadas.

En 1982 un abogado mexicano llamado José Luis Castañeda sustrajo el famoso documento de la Biblioteca Nacional de París para regresarlo a México.

En el país latinoamericano, Castañeda fue tratado casi como un héroe. En Francia, como un ladrón.

Ahora el códice está bajo resguardo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia de México (BNAH) y los dos países negocian las condiciones para que pueda quedarse definitivamente en México.

Pero ¿cuál es la importancia y significado de este antiguo documento?

“El códice Tonalámatl de Aubin es un calendario ritual de carácter adivinatorio“, le explica Baltazar Brito Guadarrama, el director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia de México.

Se sabe que es de origen nahua, posiblemente de la región Puebla-Tlaxcala, en el centro de México. “Yo lo adscribo a la época prehispánica porque no hay ningún elemento de influencia europea”, prosigue el especialista.

Facsímil del códice.

Ana Gabriela Rojas

El códice está pintado en papel amate, de corteza de árbol y se dobla en forma de biombo. Tenía un carácter “ritual adivinatorio”.

El documento consta de 18 láminas, aunque se sabe que originalmente tenía 20, ya que el calendario ritual de los pueblos nahuas constaba de 20 trecenas (periodos de 13 días).

Antonio de León y Gama, estudioso del calendario de los pueblos nahua y descubridor de la Piedra del Sol, fue quien se dio cuenta esa falta y las reconstruyó en el siglo XVIII.

En cada lámina están los señores, o dioses, que reinan en ese periodo.

“Para los pueblos mesoamericanos el tiempo era muy importante. Tenía relación con las deidades y todo lo que le sucedía a la gente. Así que se consultaba para todo, para ir a la guerra, en nacimientos, para casamientos, para comerciar“, cuenta Brito.

Cuenta el destino

El documento, que se dobla en forma de biombo, se leía de derecha a izquierda.

Baltazar Brito Guadarrama

Ana Gabriela Rojas

Baltazar Brito Guadarrama, el director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia de México, dice que el códice era consultado en todas las ocasiones: para ir a la guerra, en nacimientos, en casamientos, para comerciar.

Se consultaba con ayuda de los tonalpouhque o contadores de destino, una especie de sacerdotes especializados en leerlo.

“Fray Bernardino de Sahagún dice por ejemplo que los que nacían en el día 2 conejo tenían como destino ser borrachos. Los 400 conejos son los dioses del pulque —una bebida fermentada—, por lo que ese destino en particular es nefasto“, cuenta el experto.

Así que los padres del niño que tuviera la mala suerte de nacer en ese día, iban con el tonalpouhque para que les ayudara a saber qué día, en una especie de bautizo, se podría “equilibrar” ese destino.

Los tonalpouhque conocían los rituales y las oraciones necesarias para balancear los destinos y asegurar la continuidad del mundo.

Pero mucha de esta información se perdió con la Conquista, hace 500 años.

Facsímil del códice.

Ana Gabriela Rojas

El códice está relacionado con el tiempo y con los dioses que regían en cada periodo. Se consultaba para equilibrar el destino.

Los sacerdotes católicos que llegaron de España quisieron erradicar ese conocimiento, ya que lo consideraban herejía.

Como consecuencia, los tonalpouhque o especialistas en el tiempo y religión, fueron perseguidos. Algunos fueron asesinados, otros huyeron.

También se quemaron muchos documentos prehispánicos importantes.

Irónicamente fue también gracias a algunos sacerdotes católicos que se sabe de la función de el documento antiguo, que fue pintado sobre papel amate, hecho de corteza de árbol.

Se llama “de Aubin” porque perteneció a Joseph Marius Alexis Aubin, un coleccionista francés que compiló códices prehispánicos.

Aubin quedó en la ruina tras invertir en el primer proyecto francés del Canal de Panamá, que terminó en fracaso.

Aunque el gobierno mexicano intentó comprar su recopilación, ésta finalmente quedó en manos de otro coleccionista privado, Eugene Goupil, quien era hijo de padre francés y madre mexicana.

Museo Nacional de Antropología de México.

Ana Gabriela Rojas

El códice ahora está resguardado en una bóveda en el Museo Nacional de Antropología de México.

“Goupil quería que tras su muerte la colección de códices regresara a México, pero alguien convenció a su viuda de que debían quedarse en Francia“, dice Brito.

Así llegaron a la Biblioteca Nacional de Francia en 1898, de donde el abogado Castañeda sustraería años después el códice Tonalámatl.

Aún así, París sigue teniendo una de las mayores colecciones de códices prehispánicos de México.

“Legislación hostil”

Hace algunos meses el gobierno de México fracasó en su intento para que dos casas de subasta pusieran a la venta en Francia un centenar de piezas precolombinas.

“La Embajada de México en Francia y la Secretaría de Relaciones Exteriores reprueban la subasta de piezas de arteprehispánico organizada por Sotheby’s en París”, decía un comunicado de la cancillería tras la segunda subasta.

La secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, calificó la legislación francesa como “muy hostil” a la recuperación del patrimonio cultural.

Facsímil del códice.

Ana Gabriela Rojas

El abogado que devolvió el códice a México dijo que tenía la intención de “iniciar un movimiento nacionalista para la recuperación de los códices”.

El director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, sin embargo, considera que la relación con Francia siempre ha sido “respetuosa”.

Brito explica que la legislación francesa para estas cuestiones es diferente a la de otros países, incluso a la de los otros miembros de la Unión Europea.

“En Francia, para recuperar un bien, tienes que demostrar que estuvo en tu poder. Pero hay un problema: muchas veces estos bienes son objeto de saqueo y no se conocía su existencia”.

Así que de el códice Tonalámatl de Aubin volvió excepcionalmente a México desde Francia, algo que el gobierno francés consideró un robo.

El abogado que sustrajo el documento de la Biblioteca Nacional de París dijo que había actuado de buena fe y que había tenido la idea de “iniciar un movimiento nacionalista para la recuperación de los códices“, según reportaron los medios en ese entonces.

En México quedó libre, porque según las autoridades no había evidencia del delito y porque el códice había sido extraído primeramente de ese país ilegalmente, según un reportaje de El País de aquel ese entonces.

Libro sobre el códice

Ana Gabriela Rojas

Pero la polémica siguió incluso en México. El reconocido escritor Fernando del Paso explicó en la revista Proceso en 1993 que, como exconsejero cultural de la Embajada de México en Francia (cargo que ocupó hasta un año antes) elaboró un informe completo sobre el códice.

Según su versión, fue Aubin quien se lo llevó ilegalmente a Francia, en 1840.

Después, cuando se arruinó le vendió su colección a Goupil, cuya viuda lo donó a la Biblioteca Nacional de París, “la cual en términos del derecho, pasó a ser un ‘tercer adquiriente de buena fe”.

Asimismo, aseguró que Castañeda no entregó el códice inmediatamente tras su regreso al país, sino que lo hizo dos meses después, cuando la policía lo localizó.

Y subrayó que México no pudo haber dador su bendición a ningún ciudadano para perpetrar el robo en los museos del mundo, ya que eso hubiera cerrado a los mexicanos las puertas de los museos en el mundo, como ocurrió con la Biblioteca Nacional de París.

El abogado respondió a de El Paso insistiendo en que él no había cometido un delito y que es un derecho poder “estudiar e investigar y analizar el acervo cultural legado por sus ancestros”.

Y reivindicó que los códices debían estar en México “por ser producto del esfuerzo intelectual y de la inventiva de los antiguos mexicatl”.

Sea como fuere, el regreso del códice Tonalámatl de Aubin a México quedará para siempre rodeada por la polémica.