09/11/201800:00:04

Bordando sobre el Informe

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El rito mayor del regimen democrático de México, lo constituye, sin lugar a dudas, el Informe que por mandato constitucional, presenta –envía- cada año el Presidente al Congreso de la Unión, revelando el estado que guarda la administración pública.
Es un culto a veces solemne y pomposo, otras pesado y monótono, pero siempre interesante, pues de su contenido los mexicanos extraen las mentiras y verdades que gravitan sobre sus cabezas, respecto del quehacer gubernamental al más alto nivel.
Y como rito mayor, que también es obligación republicana, los gobernadores de las entidades federativas, informan igualmente cada año a sus gobernados lo qué hacen o dejan de hacer, de acuerdo con los recursos y circunstancias, en sus respectivos feudos.
En Tabasco, estamos a unas horas de que el gobernador Arturo Núñez Jiménez, envíe su sexto y último Informe de gobierno al Congreso local –generalmente lo hace por medio del secretario de Gobierno- y luego dirija a la población desde un escenario distinto (el Centro de Convenciones), un mensaje pormenorizando detalles de su actuación, este Informe que cierra el sexenio es esperado sin mayores expectativas, los tabasqueños han sufrido y sufren aún mil calamidades que no dan para abrigar esperanzas de un discurso alentador.
No obstante, ese día, domingo 11 de noviembre, hasta los tabasqueños más desgraciados dejarán de hacer sus cosas para escuchar el mensaje del Ejecutivo esperando atrapar algún dato que suene bien a sus oídos y pudiera acarrearles posteriormente algún beneficio.
No todos, por supuesto, adoptan esta actitud, hay quienes, afectados en sus ingresos, en su bienestar familiar, han decidido apagar radios y televisores y no enterarse de nada.
Ya se sabe que los documentos que el Ejecutivo enviará al Congreso, un introito acompañado de una serie de anexos voluminosos que contienen millones de números, deben de ser estudiados por los legisladores para determinar la validez de las acciones expresadas en los mismos, se desea que lo hagan con absoluta responsabilidad, llamando, al considerarlo necesario, a los responsables de cada área gubernamental para abundar en y aclarar la información relativa a cada ámbito.
Se desea, porque no siempre ha sido así, muchas veces los legisladores tomaron el delicado asunto con ligereza, molestos porque el Ejecutivo no comparece ante ellos para Informar de vida voz, sino sólo envía los documentos y luego, lejos, emite su mensaje a la población, cosa que, dicho sea de paso, no excluye a los diputados de su responsabilidad política e histórica de buscar, incluso de provocar, el juicio popular sobre el quehacer de la máxima autoridad del Estado.
No basta, pues, con sujetarse a la norma constitucional de informar por escrito –para evitar dispendios, se dice- sobre ese estado que guarda la administración, es necesario que los receptores del Informe, los representantes del pueblo, analicen fielmente su contenido y citen a secretarios, directores, etcétera, para ampliar o detallar la información general y, en su oportunidad, emitir un juicio sobre el mismo, llamando por último al propio Gobernador –lo que no se ha hecho nunca- para que durante otra sesión solemne se le haga saber el veredicto, los resultados del análisis de su Informe, con lo cual todos quedarían más satisfechos.
Se recuerda que fue el gobernador panista de Baja California, Ernesto Rufo Apel -primer mandatario estatal opuesto al Partido Revolucionario Institucional que ganó una elección- quien inició esa práctica de enviar el Informe con el secretario de Gobierno y luego dirigirse al pueblo desde otro escenario.
La actual legislatura tabasqueña ya tomó nota del tema y se estima que el futuro gobernador del Estado, el licenciado Adán Augusto López Hernández, sí asistirá al Congreso el próximo año a presentar personalmente su primer Informe.
Además, sería saludable para impulsar más la Cuarta Transformación de la República, que Tabasco perfeccionara el rito, el Congreso debería de realizar consultas con organismos públicos y de la IP que involucrara a la gran mayoría de los tabasqueños y, al final, al término de la misma, en un mes quizá, ya con las conclusiones en la mano, citar al Ejecutivo al recinto camaral a escuchar lo que su pueblo tuviera que decirle a él y, entonces sí, ¿por qué no? gastarse algún dinero, traer invitados, al presidente mismo, hacerla en grande.
El mismo pueblo podría costear el festejo. ¿Por qué habremos de seguir ideando cosas para dar la impresión de estar jodidos? ¿O de veras lo estamos? Un Informe así, cuando menos durante el último año del sexenio, bien valdría la pena. como para irse a casa con la conciencia mucho más tranquila. Digo.