02/07/201800:00:55

Dichos de ocasión, IV

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Al fin y al cabo somos lo que hacemos, para cambiar lo que somos: Eduardo Galeano.

¿Se entiende tanta camorra hasta por la consecución de una regiduría? Sin duda, por haber sido tantos regidores dando a la corrupción trato de impunidad. Caso contrario sería caso contrario. Pocos la pelearían con tamaño celo.
Política y político, no de continuo andan de la mano; antes al contrario, sólo de casualidad simpatizan.
Cómo ilustrarlo a través de mejores palabras, si casi nadie está consciente de que todos llevamos la política en nuestras venas y, qué hacer con ella si contados políticos entienden la necesidad de prepararse para ponerla en práctica razonablemente.
A la política y a los políticos se les compara con todo, ahora sí, hasta con un partido de fútbol.
Una falta grave en las campañas políticas es cosa de meter manos, pies y cuerpo entero sobre quien caiga, sin atenerse a la aplicación de un penalti por lo menos.
Falta que, así como al término de los últimos cuarenta y cinco minutos de un juego se añaden cuatro o cinco, llegado el último día de la “veda” hubieran podido agregarse cuatro o cinco más de campaña, si bien esos días en efecto fueron entre el veintiocho de junio y el primero de julio. Algunos dicen para qué. Otros, ¿para hacer de cada segundo toque de queda?
¿Habrá alguna alma mexicana no enterada de que la selección de Suecia ganó a México a razón de dos goles por su cuenta más otro regalado por la selección nuestra? Bueno, no sé decirlo de otra forma.
¿Habrá alguna alma no enterada de que ayer domingo fue día de elecciones?
Todo mundo lo sabía. Mas no en todos el hecho despertó interés por distintas causas debidas, entre otras, al incumplimiento común y corriente de quienes antes fueron elegidos en algarabía enloquecedora.
Así son estas cosas, se oye decir en talante como de resignación y desencanto personal y de ocasión en ocasión.
Pero, ¿quiénes ganaron?, ¿quiénes perdieron? Retumban las dos preguntas que enseguida buscan respuestas de sentimientos encontrados como en Garrikc, “actor de la Inglaterra,” en el poema Reír Llorando del bardo Juan de Dios Peza.
Ahora que si fuera tan simple, nos quedaríamos con la primera de ¿quiénes ganaron? y ya, elección resuelta o en proceso de impugnaciones. Pero ya. El conteo de votos, pese a todo, no es tan instantáneo como las encuestas, aunque éstas se repitan por distintas fuentes y en el mismo sentido. Ese paquete del coteo tiene sus bemoles por la misma desesperanza de opositores. La noche larguísima puede ver llegar el amanecer, en un abrir y cerrar de ojos.
Complicado es ponerse en los zapatos de quiénes perdieron y que no son pocos cuando, en distintos momentos, no hubo quien aceptara estar por lo bajo en segundo lugar.
Era de esperarse, en consecuencia, que no todos fueran a ganar. Que algunos inclusive se llevaran la sorpresa del triunfo. Que vendrán las resistencias, en fin…pero, ¿quiénes ganaron?
Otra vez la pregunta como en filas no del todo convencidas de los meses y años por venir. Ah, el porvenir, qué bonita sonaba cuando éramos inocentes.
Pues, de nuevo, tratándose de personas, los nombres aparecen por diversos medios de comunicación.
Habría que ampliar la intención: ¿ganó el municipio?, ¿ganó el estado?, ¿ganó México? ¿Vale la pena repetirlo? Ah, claro.
Y ahí la respuesta se agazapa de la realidad pasmada, en compañía del triunfo personal y la soledad de quienes fueron vencidos pero no convencidos.
Queda corta la respuesta porque no será de un día para otro cuando empecemos a percatarnos en qué medida irán ganando el municipio, el estado y México.
Porque, en principio, la alegría de quienes ganaron es parte de la costumbre, lo que para empezar no tiene nada de malo pero tampoco que garantice rendir buenas cuentas a la gente… No a órganos de reputación burocrática, dicho con la mayor prudencia. Ah, cuando éramos prudentes.
Interesa, normal, sin exigir demasiado, empezar verificando poco a poco en qué consiste eso de haber ganado.
Empezar asimismo trasladando el voto emitido a una exigencia social constante frente a las personas elegidas a fin de que cumplan o se atengan no sólo al rechazo público sino, en un momento dado, a la pronta medida de la Ley. No que entren y salgan campantes. Ah, cómo han pasado por alto y por bajo estas cosas.
Porque quien piense que con pintar el parque, la escuela, los lugares públicos de cada Centro Integrador, va a impactar, pudiera ser que sí aunque lo más seguro luego resulte no tanto. Pues tampoco faltará contratista que en su papel se ofrezca a decir “Yo lo hago, con todo y pintura y luego arreglamos cuentas”. Y que a la hora de ajustes las cuentas no cuadren.
En fin, estos son algunos dichos de ocasión que, como en otras prácticas, no terminarán ni en agosto ni septiembre pero, ¿por qué tanta camorra hasta por una simple regiduría? La pregunta es necia. La respuesta, peor. ¿Quién dijo simple? Yo.
A ver, entonces, quién sale ganando a corto, mediano y largo plazo. Con Eduardo Galeano, somos lo que hacemos…o dejamos de hacer.