29/11/202023:23:54

Don Enrique González Pedrero (XXXIV)

29/11/202023:23:54

El poder tiende a ventilarse más y mejor a la medida en que autoridades y personas hacen las veces de vasos comunicantes, sin encierros conventuales ni caravanas publicitarias. Ah, las demencias de la publicidad.
Cuando se dice de puertas abiertas, tiene que medirse el dicho al hecho en todo lugar, libre de atosigamientos.
Al enconcharse en puertas cerradas, las frustraciones atiborran y reducen el espacio de quehaceres públicos.
Cuando se hace girar, aceitada, la llave del servicio público, por lo menos podrá llegarse al cumplimiento del justo medio aristotélico, suficiente.
Las opciones, pues, como papeles del abarrotero, penden de un clavo, para bajarse cuando y cuántas veces pida la clientela.
Entenderlo y practicarlo transmite tranquilidad de una parte y de tantas, que a veces sugiere tratarse de tú a tú, como frente a frente y sin hacer berrinches, bien que apuntaban nuestros viejitos.
Antes que se me olvide –decía inolvidable amigo de plática cada jueves en Cunduacán-. Antes que se me olvide, trato de repetir algunas estrategias, totalmente prácticas, trabajadas sobre la organización social, los años de 1986-88, repasando figuras que han sido de experiencia generacional.
Los municipios de Tabasco fueron atendidos por figuras a las cuales teníamos en la punta de la lengua. Tales representaciones reciben, en el presente histórico, el nombre de Comisario, Agente y, bien entrados los ochenta, Delegado, Subdelegado, Jefe de Sector y de Sección. Ah, y la de Comisariado ejidal.
El propósito, varias veces logrado, fue extender ligas entre el Presidente Municipal y las comunidades rurales, de varias maneras y de unos años para acá por vía del voto al menos en caso de Delegados y Subdelegados; si bien a veces la convocatoria comprende a Jefes de Sector y de Sección, pues para obviar bretes que saltan como si el voto fuera una liebre.
En aquel tiempo evangélico, hubo ciudadanos que repetían el cargo de Comisario o Agente Municipal, como no queriendo la cosa, casi de por vida, a falta de interés de otros ciudadanos y por lo que la Autoridad Municipal había de recurrir a la misma persona, tal vez sobre la base de lo menos malo por conocer, pensando mal… A tal grado que, sin exagerar, muriendo el padre quedaba el hijo o el nieto en el cargo sin alterarse el orden... Por la luz que está alumbrando.
Ahora, que no es poco tiempo, cuando las autoridades rurales reciben apoyo económico, menudean quienes apetecen ocupar el cargo e incluso en el período de la convocatoria de rigor hagan campañas regalando balones y redes y otros materiales de uso habitual.
Aquel período de 1986-88, por lo general, fue un placer, como se dijo antes, empezar y terminar la audiencia con éste u otro Delegado municipal.
Ninguna fórmula extraordinaria fue la organización social: es decir, trabajar, en plural, en lugar de hacerlo en singular. Habla y hechos. Lenguaje de don Enrique González Pedrero.
Experiencia grata fue en ocasiones ver haciendo gestiones juntos al Delegado Municipal, el Comisariado Ejidal y el Director de algún plantel escolar, y cómo el pronto arraigo de los Centros Integradores ubicó obras jerarquizadas en la comunidad precisa, evitando su pulverización, con el apoyo de rancherías o ejidos aledaños.