23/03/202000:55:00

En casa, ocupaditos

23/03/202000:55:00

Quien no hace honor a la realidad, más temprano que tarde puede tropezar hasta con sus propios pies.
La realidad, inevitable, se nos presenta del diario; a veces como advertencia, otras de romplón.
Forma parte de nosotros pero tiene lo suyo propio.
Se la podrá ignorar, pero ahí está siempre, como las circunstancias, vivita y coleando. En el primer caso, no por ello habremos de sacarla del medio. En el segundo, a regañadientes podrá darse, pero las consecuencias nos avisan sobre cómo prever el mal menor.
La realidad, a veces, nos plantea problemas de inusual magnitud, etapa por etapa, frente a los cuales puede estar la vida misma de por medio en cualesquiera de sus fases.
El coronavirus, para no ir tal lejos, es uno de esos problemas, casi indefinidos que, para empezar, si no lo reconocemos no podremos sobrellevarlo.
La ciencia y la tecnología, mientras se averigua, se ven rebasadas. La vacuna, venga de donde venga, no será de aplicación inmediata como el mal apremiante. Mal democrático, valga, porque igual puede engrosar en su lista al millonario que al menesteroso. Mal para cuya prevención no se pide el hospital mas acreditado sino la casa. Simple y seguramente la casa. A partir de recomendaciones que no son del otro mundo: limpieza personal, frecuente; para hacer de la prevención el remedio más seguro en este momento. Mal que va por todos lados: igual en China que en Estados Unidos, Italia, España, México…y la región más apartada, pudiente o pobre del mundo.
En México, ¡epa!, la prevención ha sido uno de los puntos débiles del servicio público, si bien sectores como el de salud, la han aplicado, hasta ahora, y de tiempo atrás, con bastante oportunidad; guste o no la información oficial que, en este caso, se nos hace llegar.
Información que por si misma no es fácil de asimilar ni de parte de quienes la divulgan ni de quienes la escuchamos; dada la emergencia con que puede manifestarse. De manera que cuando llega, la información, debemos pensar y pensar sobre el rol que nos corresponde, tan innegable como el propio coronavirus. De ahí a que algunos medios de comunicación, morbosos, se les haga agua la boca por informar de muertos aún vivos, eso es harina de otro costal.
Ahora bien. Estar en casa tiene lo suyo hasta cierto tiempo, dado que la mayor parte del día nos desempeñamos fuera del hogar.
Ajustar ese tiempo, en época de incidencia como es el caso, tendrá que hacerse de inmediato.
Y como decían nuestros viejos, hay que aprender a estar ocupados, siempre, dentro del seno hogareño. Cada quien su programa personal, apoyados en los medios tecnológicos que ya forman parte de cada vivienda. Pero ocupados…para prevenir, no para engordar.