30/11/201800:00:01

Funeral del neoliberalismo

30/11/201800:00:01

Veinticuatro años de neoliberalismo imperial, descorazonador y degradante, atroz, contrarrevolucionario, antisocial, de desmantelamiento continuo del patrimonio nacional subastado al mejor postor, entre amigos a precios de “me lo llevo”, de endeudamiento sin límites nunca antes visto, concluyen mañana con el arribo de Andrés Manuel López Obrador al poder ejecutivo federal.
Inspirado en el nacionalismo revolucionario de Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas del Río, el tabasqueño que en julio pasado registró el 54% de los votos (alrededor de 32 millones de sufragios) en un tercer intento por alcanzar la presidencia de México, protestará cumplir “la Constitución y las leyes que de ella emanen” y #desempeñar el cargo con lealtad y patriotismo”, decidido, como asegura, a convertir a México en una potencia mundial, “tenemos con qué”.
A la izquierda, en la geometría política nacional, Andrés Manuel es el segundo presidente latinoamericano con este perfil elegido en 2018 con alto número de votantes a favor, antes lo fue el periodista, escritor y politólogo, Carlos Alvarado, de Costa Rica, del Partido Acción Ciudadana, que el 1° de abril logró el 60.7%, el tabasqueño fue postulado por MORENA, su partido, en alianza con el del Trabajo, PT y Encuentro Social, PES.
Andrés recibe un Estado modificado por el neoliberalismo en sentido contrario del histórico generado por la Revolución Mexicana que con más aciertos que yerros y a pesar de abusos de poder desbordados al grado de perseguir, encarcelar y asesinar a líderes reformistas, incluso estudiantes y maestros congregados en la plaza pública y hasta asesinar a un candidato presidencial que clamaba por justicia e igualdad, construyo el México de las instituciones que en varios casos fueron ejemplares.
Llega con la ventaja de que su partido es mayoría en el Congreso de la Unión, en el de varias entidades federativas, múltiples presidencias municipales e importantes gubernaturas, además de que los que se van no dejan una institucionalidad sólida que pudiera garantizarles la fuerza necesaria para resistirse al cambio, ni un partido político que influya en las masas o controle territorios.
Con una sólida formación política y vasta experiencia, acumulada durante toda una vida de lucha, conocedor del “monstruo” (como dijera el libertador José Martí respecto de Estados Unidos), porque ha vivido en sus entrañas y resistido sus embates, Andrés conoce bien cómo se mueven las corrientes rebajadoras que obstruyen toda acción encaminada a beneficiar a las grandes mayorías, sin desconocer ni olvidar, tampoco, cómo tratar a los dueños del capital que se mueven por si o en alianza con otros, de adentro o de afuera del país, a estos ha garantizado seguridad en sus inversiones, les ha pedido sólo ser justos y amar un poquito más a México.
Está decidido a sepultar la corrupción y la inseguridad prevalecientes en México, regular el precio de combustibles a partir de rehabilitar seis refinerías que operan a menos de la mitad de su capacidad y la construcción de una nueva, impulsar el turismo y el comercio con la construcción del Tren Maya y el Corredor Transistmíco, becar a miles de estudiantes, crear miles de empleos temporales para mexicanos del campo y las ciudades, aumentar el apoyo a los adultos mayores, a los discapacitados, a la población en situación de vulnerabilidad.
Ha llamado a la prensa, a los medios de comunicación en general, a jugar un papel determinante en esta nueva era política denominada Cuarta Transformación de la República, después de las que vivió el país con su Independencia, la Reforma y la Revolución.
No se trata de derrumbar el Estado para construir uno nuevo sobre los mismos cimientos, no, sino de afirmar lo bueno, corregir lo que no funciona y eliminar lo inservible, no importaría, empezar a transformar la república sobre los escombros dejados por el gobierno que se va, que termina: rapaz, insolente, incumplido.
Se le desea la mejor suerte y toda clase de éxitos al paisano y amigo. Recuperar el Estado de la devastación neoliberal y garantizar el imperio de la ley y la justicia social, serían su mayor acierto, también la ruta adecuada para librar a México de la injusticia y la inseguridad, para distribuir la riqueza de mejor manera y reducir al máximo la desigualdad. Sea para bien. Feliz fin de semana.