15/09/202000:18:28

Grito ahogado

15/09/202000:18:28

El mexicano, siempre ligado a gritos desesperados de sufrimientos o felicidad, llega hoy al último tramo que debemos superar en este 2020.
Gritar, dentro del paradigma psicológico de acuerdo a lo que dictan las terapias humanistas, es sano.
Gritamos en el béisbol, en el fútbol, haciendo ejercicios, conviviendo con la familia o los amigos, si de estar contentos se refiere; pero de dolor y reclamos, también estamos llenos. Y cuando toda esa tradición no es suficiente, nos llega la celebración de nuestro “Grito de Independencia” para liberar estrés una vez al año.
La terapia primal de Arthur Janov parte de la idea básica de que el sufrimiento del ser humano ante la no satisfacción de necesidades básicas necesita ser expresado de manera simbólica, como mecanismo de defensa contra el dolor.
Cuando el dolor tiende a ser reprimido poco a poco se va almacenando en nuestro inconsciente, representando para el cuerpo un aumento de la tensión que puede generar dificultades de tipos psicológicos.
Gritar pues ayuda a liberar las emociones reprimidas, libera endorfinas y genera una sensación de bienestar y relajación. Según Jack Lawson las endorfinas están estrechamente ligadas a los mecanismos de defensa del organismo y alivian el dolor con efectos similares a los de las drogas.
Se entiende así el “eeeeeeeeeeeeeeeeehhhhh…”, en el fútbol o el “¡Viva México, cabrones!”.
Pero este año es diferente, en el 210 aniversario de nuestra Independencia este 2020 será -además de la pandemia- recordado con un grito histórico, ahogado, sin zócalos llenos o celebraciones comunitarias.
Con nuevos héroes, éstos del siglo XXI, “celebraremos” hoy por la noche una contradicción histórica por los más de 70 mil muertos y sin el reconocimiento a los trabajadores del sector Salud que han enfrentado estoicamente en el frente de batalla un enemigo silencioso y artero como es el coronavirus.
Nuestra resiliencia genética nos lleva a buscar culpables, siempre de lado de la política. Virus, gobierno y población caminan de la mano en este inusual enfrentamiento por la vida y por la muerte.
Cada uno de nosotros lucha y enfrenta, además de manera diferente, esta “nueva normalidad” que nos está golpeando a todos en la salud y en la economía.
Este grito quedará ahogado en las gargantas de todos los mexicanos; esta noche en particular, en la que nuestro lado patriótico intenta salir a flote, con el redoblar de las campañas en los oídos de gente que no escucha ni ve que la pandemia nos ha cambiado la vida a todos.

KYBALIÓN.-
Decía Marco Tulio Cicerón que mientras más alto estemos situados, más humildes debemos ser. Hace algunos días sucedió una anécdota en las afueras de Palacio de Gobierno cuando una novel reportera alcanzó en la entrada del Poder Ejecutivo al presidente del TSJ. Con micrófono en mano lanzó la primera pregunta: ¿nombre y cargo?
Con la decencia que le caracteriza y mirándole a los ojos, respondió: “Enrique Priego Oropeza, presidente del Tribunal Superior de Justicia…”.
La novatada permitió observar que la sencillez, como decía Martin Luther King, requiere de líderes que no estén enamorados del dinero, sino de la justicia; ni enamorados de la publicidad, sino de la humanidad.
Por cierto este 15 de septiembre el edificio del Poder Judicial dejó atrás su vestimenta verde con café y retomó el color blanco, que combina extraordinariamente con la inmensa bandera que ondea frente al zócalo tabasqueño.