02/09/201903:03:23

Incoherencias

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En el grupo, contra natura, actuamos semejantes a cabos sueltos: cada quien con su rollo procurando la salvación ya no en el cielo sino en la tierra, al amparo de la ley de sálvese el que pueda. ¡Ah, Coatzacoalcos! ¿Dónde está la serpiente?
Algo parecido a esta sarta de eslabones. Con solo medicinas y libros ni sanas ni lees.
El enfermo artificial es quien más pesa sobre el sector salud.
El libro sin lector, ni pinta ni da color. Con las medicinas que no se aplican en miles de casas, de recobrarse, tendríamos la farmacia más completa de Tabasco.
Con los libros que no se leen y ahí están arrumbados en cualquier repisa, formaríamos una biblioteca para cada Centro Integrador. Los servicios no alcanzan para cubrir demandas de emergencia, porque en la vida diaria una gran mayoría de pacientes impacientes, las tiran, en perjuicio de quienes realmente necesitan por casos extremos.Cómo contribuir al cambio ante tamaña inconsecuencia, personal y social.
Cómo hacer de la lectura una actividad compartida y atractiva, para ir quitando el aburrimiento que cada libro de texto predispone, entre conceptos no aplicables.
Como hacer que la casa vuelva a la casa ¿se entiende? para analizar desde ahí mismo las causas perdidas y las consecuencias no buscadas, al garete. Cómo curarse de espanto si la tragedia es creciente y alcanza sin mirar a quién, ¡oh, Coatzacoalcos!, hasta a los malhechores.
Cómo hacer de la gente el valor principal de cada gobierno en todos sus niveles, para entender que no sólo recursos económicos generan acciones y respuestas a dolencias tradicionales, esto es que recibimos y entregamos.
Cómo adaptarse al espanto de la muerte en lugares de esparcimiento.
En la medida que en silencio nadie se pregunta, no nos atengamos a respuestas compartidas del deber ser. Pasa a la comparación medicinas y libros. Nadie las toma. Nadie los lee. No sé a quién beneficie que así sea el estado de cosas que conllevamos recetada una medicina, de espaldas a un libro.
El delincuente, en cualquier momento, puede morir, pero, en el trance, mata. En la vida acelerada que lleva, termina llevándonos entre las patas. Pocos dirán no haber tenido que lamentarse en el fuego cruzado de qué...
Lo mismo el restaurante, los antros, las escuelas, pueden ser asaltados en obra de segundos. ¡Ah, Coatzacoalcos!
El único aprendizaje, con tal de dejar a salvo la vida, es el de paralizarnos, como si en las piedras revotara el plomo. Las incoherencias en que caminamos son parte, ya, de un crecimiento poblacional, pero no de eficacia de vida en que la tranquilidad sobresalga y garantice, garantice.
¿Incoherencias del progreso?