08/01/201805:00:42

Paridad, ¿utopía?

Heberto Taracena Desde acá

Desde acá

08/01/201805:00:42

Este comentario lo dedico a Trinidad Villegas Malpica, a quien conozco a distancia. La neta. Pero, bíblicamente, supe y traté a su abuelo, don Trinidad Malpica H. Periodista nato. Era un placer leer su Fuego Graneado de las Baterías Garabateras…Aquél, hijo de doña Deyanira Malpica de Villegas, mujer elegante y de voz grave, pausada, de quien recibí trato de estima, y de don Armando Villegas Notario, discreto colaborador del clásico semanario El Hijo del Garabato, que circulaba los viernes casi por la noche como eco retumbante y esperado en las calles solitarias de Villahermosa de los años sesenta. Tira la cuerda Nicolás, dijera don Trino…quien me hizo compartir el pozol hogareño cada martes al llevarle mi colaboración adolescente…algunas veces con las palabras que parecían venir de Jorge Luis Borges, por invidente: ¡Eres un chingón, compa! Nadie en Tabasco manejó el Compa en forma tan mayúscula y original como don Trino… Ahora sí…al grano, Compa…
La democracia no es conjunto de ilusiones vagas. Es labor social perpleja. Bordado fino, sin literatura, de realidades dispersas porque si o porque no. Así de generosa y comprometida. Se da o no se da, pero se ofrece al hombre como el camino más viable a su comportamiento en sociedad.
La democracia es a partir de dos personas y, de ahí para adelante por lo común a marchas forzadas. Cae como la Vieja Lágrima de Luis G. Urbina. Su andar no ha estado, ni en Atenas, planchado de principio a fin.
Tiende a concretarse a partir de la oportuna participación humana, hombre o mujer, sin hacer forzosa paridad de géneros ni sexos.
La democracia es reto antiguo y actual, conservado sin distingos. Es y ha sido opción de gobierno inacabada por la forma y el fondo de su contacto con el pueblo. La oportunidad no se da dos veces. Las circunstancias, siempre. La primera suele pasarse por alto. Las segundas, circunstancias, parecen atolondrarnos pero a la verdad no están a nuestro alrededor sino muy dentro de nosotros como desafíos sensibles según como las tomemos. No se dan por encima del hombro. Están en todo momento en lo más profundo del ser humano luchando permanente con la razón escurridiza y lenta, a veces contradictoria. La lucha no siempre es contención ni limitante.
Cada ser humano tiene lo suyo propio, valga. Por muy semejantes que seamos, no estamos pares. Ni los gemelos son pares. Entiéndase.
El hombre es semejante al hombre y a la mujer. La mujer, semejante al hombre. La semejanza no es paridad, por Dios. La mujer no es par del hombre. Sería tanto como restarle natura. El hombre no es par de la mujer. Repetir el último párrafo. Ambos se limitarían, naturalmente, si a una u otro se les considerase par como, por sinrazones incalificables, se está imponiendo a chaleco político, dicho esto sin perdón de la palabra y por puro respeto a cada ser humano, hombre, mujer. Cierto que el hombre, por descuido de los Partidos Políticos, han acaparado el criticado campo de la política, y porque la mala costumbre así lo permite, todavía en el presente histórico. ¿Me explico?
El pasado se confunde al presente para tropezar con la misma piedra.
Y vaya que el balance no favorece al hombre, por muy hombre que sea, ni a la mujer, por muy… y situarnos, sin supuestos, en la de por sí desperdiga vida municipal. La dispersión no es nueva, pero qué daño hace. Otra vez el presente histórico del aburrido verbo de mi Primaria.
Olvidar el pasado es no vivir el presente, en lo que debe llamarse vivir a la expectativa y al día con la existencia. En lo que nos gusta. En lo que no nos gusta. Para hablarlo aquí entre nos...
Vivir es combinar aciertos, sin aspavientos, y errores, sin berrinches ni gesticulaciones. Nadie debe encapricharse en que con sólo empezar un proyecto se sirve a la vida propia y a la comunidad. Hay que seguir y vigilar los pasos de ese proyecto que es la vida con la paciencia y espera del buen sembrador.
La mujer, donde ha querido actuar, lo hace y con excelencia, más que por su buena presentación, al lado del hombre o por su cuenta pero jamás como par. Otra vez el metiche presente histórico... Innegable que el campo de la política ha sido vedado a la mujer por el hombre.
El tema de la paridad es delicado y más en estos días de locura por estar en encuestas con miras a una candidatura de lo que sea. Es delicado por el respeto que merece todo ser humano y desde luego la mujer puesto que, como he dicho, semejanza no es paridad.
Dada la presencia de la mujer en la administración pública, menos en cargos de elección popular, al tiempo que ella quiera lo hará sin necesidad de forzarla a ridiculeces como las que sufrimos en campañas pasadas.
Va nuestro respeto para la mujer y nuestro rechazo a que el hombre quiera lavar su egoísmo forzando su actuación de la noche a la mañana. Ella proyecta luz propia de que ha venido dando cuenta en casa y oficinas en los diversos niveles de la administración pública desde hace varias décadas.