16/08/202023:39:09

De regreso al cine

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Soy de la generación que los fines de semana iba a los matinés, si, de esa que le tocó la permanencia voluntaria, que podías ver dos películas diferentes en la misma sala por el mismo boleto y que aplaudía o gritaba con emoción cuando los buenos ganaban.
Recuerdo que cada domingo mi madre nos llevaba o si no podía nos llevaba alguna otro adulto a ver las películas, porque en mi colonia todos los niños esperábamos con ansias los fines de semanas para correr al cine y después a lo largo de los días repetir los diálogos, contar las escenas y platicar sobre las anécdotas.
En Macuspana sólo existían el “cine norma” y el “cine de los petroleros”, salas que eran enormes, sobre todo el segundo que tenía capacidad como para quinientas personas y muchas veces, a pesar de su tamaño, si llegabas tarde, ya no podrías entrar. No había lugares.
No puedo imaginar mi infancia ni adolescencia sin la presencia del cine, de las películas, los actores, las historias, sus canciones; porque además, en Belén, vivíamos enfrente del campo del beisbol y en aquella época se estilaba la vistas de ”los húngaros” o “gitanos” que llegaban en sus camiones quienes instalaban grandes pantallas, al aire libre, y colocaban sillas desplegables, todos íbamos a ver las películas y comprábamos palomitas, refrescos o alguna otra golosina ¡éramos felices!
Si se quedaban varios días, junto con mis hermanos y otros amigos, nos subíamos al techo de la casa y desde hay alcanzamos a ver las imágenes, y según nosotros recordábamos los diálogos, los hechos, las circunstancias y los nombres de los personajes. Al final bajamos con tanta felicidad como si hubiésemos estado de nuevo sentados a pocos metros de la pantalla.
En estos días empezaron a abrir sus puertas muchos cines del país; por estar en semáforo naranja la jefa de gobierno lo anunció la semana pasada y cuando lo dijo, días antes, sentí que mi corazón iba a estallar.
El cine me trae recuerdos de esperanzas; los que tuve de niño, de los lugares que quería conocer, de la gente que quería saludar, de los personajes que quería ser. Siempre me han encantado las películas, a través de sus historias realice mis primeros viajes, conocí a mis primeros héroes, acaricié mis primeras ilusiones.
Hace algunos años sufrí un accidente y estuve en silla de ruedas unos meses, cuando empecé de nuevo a caminar, mis primeros pasos fueron hacía al cine. Recuerdo que ayudado por un bastón en una mano y del brazo de mi hermana del otro subí una rampa que me llevaba a una de las salas; fue mi primera salida.
¿Pero porqué te quieres ir a encerrar? me preguntó un amigo, a lo que respondí: no, no me quiero ir a encerrar, en realidad es como asomarme a una gran ventana; quiero ver y apreciar todo lo que voy a recuperar una vez que salga de todo esto; quiero volver a soñar.