11/02/201900:00:45

Siguen sintiendo al periodista como enemigo

11/02/201900:00:45

“El enemigo más grande de la
Libertad de prensa es el silencio”
Gustavo Mohme,
director de La República, Perú.

Cuántas cosas, detestables por demás, se saben ahora apenas iniciado el regimen de la Cuarta Transformación que encabeza Andrés Manuel, política y materialmente registradas en distintas épocas y espacios en perjuicio del país y sus habitantes, a partir del gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, hasta el del copetudo Enrique Peña Nieto…
Y las que habrán de conocerse en el futuro, amable lector, luego de que el tabasqueño expresara el miércoles pasado su interés por abrir los archivos reservados por varios años, principalmente los que tienen que ver con el CISEN (Centro de Investigación y Seguridad Nacional), los cuales revelarán, según algunos líderes sociales, “los horrores del sistema mexicano”, que sin lugar a ninguna duda le erizarán los pelos a medio mundo.
Y otro tanto, para que veamos que la traición a México por parte de una gran mayoría de los políticos que estuvieron en el poder durante el período neoliberal constituía todo un sistema repugnante de crímenes de toda especie, ocurre en Tabasco, si bien durante el gobierno de Arturo Núñez, desde el momento mismo en que comenzó a trabajar la administración del licenciado Adán Augusto López Hernández, cuando comenzó a moverse aquí en otra dirección la rueda de la historia, no hay un día en que no se sepa de algún hecho que lesione los intereses del Estado y de sus habitantes..
Entre tanta basura, destaca el robo de combustible a la nación, sustraído directamente de los ductos que lo transportan a centros de acopio y consumo, hablándose de que como capitanes de las execrables acciones, aparecen políticos de renombre que tuvieron a su favor el manejo de recursos públicos de toda índole para integrar verdaderas redes, auténticas gavillas criminales para alcanzar sus condenables propósitos.
No sólo se defraudó a la nación y aunque en una escala mínima sigue haciéndose, sino al consumidor que compró combustible a precios oficiales y pagó los impuestos debidos, lo que no hicieron los dueños de las gasolinerías involucradas en estos ilícitos. Si compraban “chueco”, no tenían porque pagar “derecho”. Simple.
Hasta que ocurrió la enorme explosión de un ucto que ocasionó casi un centenar de muertos en Tlahuelilpan, Hidalgo, población cuyo 95% es pobre o carente de servicios de salud, educación, etcétera, “obligados” como se dice, a la sustracción clandestina de combustible, el huachicoleo, como se le denomina a estas acciones, según información del Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), la cifra de participantes en estas operaciones aumentó considerablemente. Las tomas clandestinas en Hidalgo se duplicaron en un año, de 1,000 en 1017, a más de 2,000 en 2018, escribió Fernández Vega en La Jornada. Hay capos y capos de “tutti capi”.
Ana Lilia Pérez escribió en sus dos más recientes libros: El cartel negro y Pemex RIP, que el petróleo “es una de las mercancías más fáciles de transportar sin revisión. Por ello, en los buques que están cargados con oro negro también se les introduce cocaína, ya que no hay tiempo para hacer la inspección de cada nave, algo que aprovecharon al máximo los narcos mexicanos para el trasiego de la droga de Colombia a México y de aquí a los Estados Unidos, país este último en donde tampoco hay decomisos para evitar los negocios ilícitos.
Se está, pues, ante una gran red que posibilita la colaboración de miles, aunque ya sabemos que unos cuantos son los grandes beneficiarios. Pero necesitan, obviamente, que muchos participen de diversas maneras. Incluso abiertamente. En Tlahuelilpan fue el caso, dondecentenas de la población y de lugares aledaños llegaron e incluso se bañaron en gasolina y/o turbosina (esta última más explosiva) como si estuvieran en un delirio incontrolable. Ello por el furor del asunto y la intoxicación que vivieron con los gases enervaron a la multitud (Jorge Meléndez Preciado, dixit).
Es cierto, el ejército tardó en hacer llegar más tropas, ya que las pocas que había en el lugar no servían para detener a los cientos que acudieron a recoger el producto. También Pemex no cerró con la velocidad que debiera el ducto pinchado. Cuestiones que deben servir de lección amarga. El momento, sin embargo, rebasó a todos. Lo dice bien Héctor de Mauleón (El Universal, 22 de enero), se trató de un asesinato colectivo de huachicoleros.
Hasta el momento hay 95 muertos, 44 hospitalizados con quemaduras de segundo y tercer grado (información oficial), más 65 desaparecidos. Tragedia como nunca, luego de la ocurrida en Guadalajara, Jalisco, en 1992, con Guillermo Cosío Vidaurri, cuya explosión en las tuberías de las casas por amontonamiento de gasolina dejó 212 muertos y 68 desaparecidos.
Pronto habrán de conocerse los resultados de varias rutas de investigación que sigue el gobierno federal, pronto se sabrá quienes son los grandes, cómo se llaman, donde trabajaban, con qué recursos contaron, con cárteles participaron.