29/05/201800:00:24

Urge pacificar al país

Alberto Aziz Nassif Alberto Aziz

Alberto Aziz

29/05/201800:00:24

No estamos en un proceso de “normalidad democrática”, sino ante unos comicios llenos de dificultades. Ir a las urnas el 1 de julio será después de haber transitado por una pista llena de obstáculos, trampas, señales falsas, bajadas y subidas y con muchos incentivos para desanimarse a participar.
Diversas opiniones consideran que el país atraviesa por un fracaso democrático. La opinión ciudadana reprueba al gobierno actual, hay una enorme desconfianza en la clase política y un gran desprecio por los partidos políticos. Otra parte fundamental de la anormalidad democrática que experimenta México se ve en el debilitamiento institucional, un problema que el Comité Conciudadano ha documentado de manera precisa en su primer comunicado. En esta ocasión es importante detenerse en la enorme mancha roja de la violencia, esa que se ha extendido de manera muy preocupante en la esfera política y contra la libertad de expresión. Ha habido cientos de agresiones y decenas de asesinatos a periodistas. A finales del año pasado las cifras de muertos llegaron a los 234 mil y 2017 fue considerado el año más violento (Huffpost, 23/XI/2017). De esta forma, ir a las urnas será también una acción en contra de la adversidad y la violencia.
La violencia política se ha convertido en un actor indeseado de los procesos electorales, como lo señala el segundo comunicado del Comité Conciudadano. Prácticamente desde el gobierno de Felipe Calderón empezó a crecer el crimen organizado y hoy existe una violencia sistemática que afecta de forma generalizada al país. Además, en cada proceso electoral se agudiza la violencia política. En estos meses se han contabilizado 93 políticos asesinados de precandidatos, ex alcaldes, regidores, militantes, alcaldes, dirigentes locales, síndicos, diputados. Se acumulan ya más de 300 agresiones desde que se inició el proceso electoral en septiembre de 2017 (www.etellekt.com). Las cifras de Segob cuentan a 34 candidatos muertos (EL UNIVERSAL, 28/V/2018).
Las agresiones a la vida política forman parte del cuadro que todos los días impacta en el país. Raúl Benítez Manaut caracterizó diversos escenarios en donde se manifiestan las acciones violentas: como las de los cárteles que imponen su voluntad para asegurar territorios y rutas, y en donde los espacios locales y las elecciones forman parte de esa guerra. Además, están los ataques a la población civil, la penetración del crimen en las instituciones y los operativos militares y policiacos. Las marcas del crimen no sólo cubren espacios político-electorales, sino también están dirigidos a la información, por eso México se ha convertido en uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, de acuerdo a la organización Periodistas Sin Fronteras. En la Clasificación Mundial de la Libertad de Expresión, México está en el lugar 147 de un total de 180 países. Del año 2000 a la fecha han sido asesinados en nuestro país 116 periodistas; también se registran 24 periodistas desaparecidos. Según la organización Artículo 19, en el año 2017 hubo 507 agresiones a la libertad de expresión (hostigamientos, amenazas, ataques, intimidación, privación de la libertad, violencia institucional y remoción de contenidos) y 12 asesinatos.
A la violencia se suman otros componentes adversos. Una de las respuestas ciudadanas que muestran la anormalidad democrática en México se encuentra en el estudio de Latinobarómetro de 2017, un estudio que cubre a 18 países de América Latina. A la pregunta de si el país “¿está gobernado por unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio o está gobernado para el bien de todo el pueblo?”, la respuesta apuntó de forma contundente hacia los grupos poderosos en un 90%, sólo por debajo de Brasil, que saca un 97%. Esas élites de poder que controlan al Estado no quieren un cambio que los lleve a perder privilegios. La captura afecta a la representación y refuerza la falta de credibilidad en el gobierno.
En suma, la adversidad mezcla diversos fenómenos desde el desencanto y la violencia, hasta la crisis de representación. La crisis más urgente de enfrentar y resolver es, sin duda, la de la violencia. Urge pacificar al país, ¿será posible?