12/01/202023:53:22

“Yo ya me voy…”.

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No alcanzo a imaginar cuál será la cara de la doctora Carolina Martínez López, directora de la División Académica de Ciencias de la Salud, DACS, ex aspirante a ser incluida en la terna de la que la Junta de Gobierno de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, UJAT, unge al nuevo rector, se da por seguro que el maestro Guillermo Narváez Osorio, cuando por elemental disciplina y diplomacia tenga que presentar sus respetos al sucesor del sospechoso doctor, José Manuel Piña Gutiérrez.
En todo el preámbulo del proceso sucesorio rectoral y todavía hasta pocas horas antes de conocerse la decisión de la Junta, la tenosiquense apostó a que sería incluida en la terna y luego votada por unanimidad para convertirse en la reina de la Zona de la Cultura, basada exclusivamente en su trasnochado fanatismo por el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, no se duda que sean amigos, pero hasta ahí nada más, ser rector de la máxima casa de estudios tabasqueña, en estos delicados momentos de la historia nacional, no es cualquier cosa y mucho menos propicia para empañar una reputación como la del Primer Mandatario.
“La China”, como se le conoce en su pueblo y le dicen sus amigos y familiares cercanos, hizo gala de viejos vicios conductuales, para alertar, según ella, a la sociedad tabasqueña y a la comunidad universitaria, sobre que el proceso tenía dados cargados y violaba cualquier cantidad de artículos estatutarios, para elevar a la calidad de rector, al catedrático Guillermo Narváez Osorio, quien renunciara al cargo de secretario de Educación, para participar legalmente en la lid.
Miriam Carolina –nombre de pila completo-, que en los inicios del gobierno de un tal Núñez, se desempeñó como subsecretaria de Educación Superior en la dependencia que ahora deja Narváez, hizo cuanto le dictó su conciencia y cultura políticas para desacreditar tanto al Consejo como a la Junta de la UJAT, acusando a ambas instancias en la radio, en conferencia de prensa en conocido restaurante y en declaraciones arregladas con reporteros, de obedecer ciegamente instrucciones del rector José Manuel Piña Gutiérrez quien a su vez, según deducciones lógicas de sus acaloradas expresiones, había acordado con el Ejecutivo del Estado, impulsar al ex secretario poseedor de un currículum impresionante.
Nada de eso, replicó Piña, no hay ningún tipo de injerencia externa, el nuevo rector será electo de una terna integrada por quienes acrediten perfiles incuestionables y una larga trayectoria al servicio de la UJAT. “No es, no será una decisión del rector la elección de quien lo suceda en el cargo, eso es una misión del Consejo Universitario y de la Junta de Gobierno cuyos miembros deben de actuar conforme con lo que señala la Ley Orgánica de nuestra Alma Máter”,
Pero doña Carolina seguía aquí y allá tratando de deslegitimar el proceso de elección, acentuando que ella era la carta universitaria con mayor valor para alcanzar la alta distinción de dirigir los destinos de la UJAT durante los próximos cuatro años que comenzarán a correr antes de que termine enero.
Y seguía, seguía, doña Caro seguía montada en su macho y no había modo de que se apeara para hacerla subir a un corcel árabe pura sangre, seguía denunciando ausencia de transparencia y harta manipulación en la designación, primero de la terna de la que fue excluida, luego en la elección del nuevo rector de la casa de estudios.
Piña Gutiérrez manipula al Consejo para anteponer intereses personales a los de la comunidad Juchimán, denunciaría en un desplegado en redes sociales dirigido a maestros, investigadores, alumnos, intendentes, administrativos “y a todos los que laboramos en la comunidad universitaria”.
Le hacía falta decir, y lo dijo, vaya, que “participé con la ilusión que los tiempos eran mejores para la democracia en la UJAT, desgraciadamente la falta de transparencia y equidad fue el sello de la integración de la terna por el H. Consejo Universitario”.
Se le olvidó a la señora, o fingió no recordar el vergonzoso hecho, de que si a alguien habría que ponerle sobre la cabeza una corona por falta de transparencia y equidad durante la elección de un rector, sería precisamente a ella. No hubo, no observó ninguna de estas dos cosas cuando, siendo subsecretaria de Educación Superior, contravino los altos intereses de la Secretaría en manos entonces del acreditado mentor que tuvo en sus aulas al Presidente Andrés Manuel, e impuso con lujo de fuerza y arbitrariedad en su tierra natal, como rector de la Universidad Politécnica Mesoamericana, UPM, inclusive en ausencia física de quien fungía legalmente como tal, doctor Ariel González Hernández, al inexperto agrónomo José Armando Paz Morales, profesor que había abandonado las aulas sin permiso ni justificación académica alguna, para integrarse de lleno a la campaña electoral de un tal Núñez
Quien lo habría de creer, pero todo es posible en este mundo matraca. De nuevo un burro hablando de orejas. Es hora de renunciar ¿No le parece? Dicho sea esto con todo respeto.